24 marzo 2012

Carreg Cennen Castle

Cuando viajaba en coche hacia Carreg Cennen, el tiempo parecía que iba a portarse bien conmigo, alguna nube pero en general el sol parecía imponerse. El lugar se encuentra a una hora y cuarto de Cardiff de buena autopista hasta, más o menos la mitad del trayecto, luego carretera comarcal para finalmente, las últimas 7 millas de carretera, bueno digamos de caminos estrechitos, muy estrechitos, en fin complicados.

Cuál fue mi sorpresa, que nada más aparcar el coche en la zona habilitada, comenzó a caer una tormenta de agua impresionante, me temí lo peor: viaje en balde. Me dirigí hacia la tienda que se encarga de gestionar el acceso al Castillo y estuve tomando un café, haciendo tiempo. La lluvia cesó a los veinte minutos y finalmente me decidí a subir al Castillo.

Digo subir, unos quince minutos de ascenso por un camino que han tenido a bien crear con hormigón, pero mi sorpresa llegó al contemplar los último 50 metros, campo a través que con la lluvia caída hacía un momento junto con la de las últimas semanas, lo había convertido en una pista de patinaje.

Cuando llegué arriba, a las inmediaciones el castillo, mi sorpresa fue mayúscula; por la puerta del mismo aparecían un padre con su hija, de un año de edad y su hijo, de unos dos años, dispuestos a bajar por la empinada pradera. Habían sido sorprendidos por la lluvia en el interior del Castillo, por lo que venían muy mojados. Me preocupé, no veía como ese padre iba a poder bajar esos cincuenta metros con dos criaturas tan pequeñas y andando.

El padre y yo nos saludamos. Los tres andando comenzaron a bajar. Al cabo de cinco metros, no más, el padre resbaló cayendo sobre sus posaderas y arrastrando en su caída a los dos pequeños, que instantáneamente comenzaron a llorar desconsolados, no por el daño sufrido, sino porque sus manitas se llenaron de barro y al no poder reconocerlas, se llenaron de congoja. Probablemente, el susto de ver a su padre caído también influyó notablemente.

Me acerqué a ellos, lo más rápido que pude, comenzando a limpiar con mis manos las manos del niño, mientras el padre hacía lo propio con la pequeña. Cuando finalicé, el padre cogió en brazos a su hija y yo a su hijo y comenzamos a bajar la ladera, muy despacio. Cuando llegamos al inicio del camino hormigonado, bajé al pequeño y le dije que ahora caminando muy cerca de su padre, continuara hasta abajo, donde probablemente podrían tomar un buen vaso de leche caliente.

Me sentí bien, muy bien.


El castillo de Carreg Cennen está en ruinas, absolutamente. Como visita, el Castillo podría no merecer la pena, algunos muros en pie, algunas ventanas de tiempos inmemoriables pero nada más, ruina total.

Sin embargo, su localización y las vistas desde sus muros son impresionantes, merece la pena visitarlo por eso.


El Castillo se encuentra muy cerca del río Cennen y Carreg significa Piedra en galés.

El Castillo de Carreg consta de un patio cuadrado fuertemente amurallado y torres. Todas las torres son de diferentes formas y hay una gran puerta de entrada formada por dos torres en el lado norte y una gama de apartamentos en el lado este, para la corte.


Se han encontrado vestigios de actividad humana prehistórica en ese castillo, huesos. También monedas antiquísimas de Roma, aunque en realidad no se piensa que los romanos estuviesen mucho tiempo en esta zona.

El primer castillo de mampostería fue construido en el siglo XII, por el señor de Rhys perteneciendo a su dinastía durante los siguientes 50 años.

Como siempre, el castillo estuvo involucrado en ataques para el intento de conquista y en su defensa para tratar de evitarlo, durante los siguientes siglos. Batallas entre galeses y normandos.



En el año 1403, el castillo fue gravemente dañado en un intento de conquista que no tuvo éxito de Glyndŵr Owain. Sin embargo, en esta ocasión fue reparado en el año 1409.


No iba a tener mejor suerte en el año 1461, durante la Guerra de las Rosas. El castillo se convirtió en bastión de Lancaster. Una fuerza de los miembros de la casa real de York asedió y tomó el castillo y con un grupo de 500 hombres, se dedicó a demoler el castillo.

La propiedad del castillo pasó a las Vaughan y Cawdor, y desde el siglo XVIII comenzó a atraer a los artistas ( Turner dibujó el castillo en 1798). El segundo conde de Cawdor comenzó una extensa renovación en el siglo XIX, y en 1932 Carreg Cennen se le dio a la tutela de la Oficina de Obras. El castillo ahora es mantenido por Cadw.


Lo dicho, la ubicación del castillo, al borde Oeste del parque Nacional de Brecon Beacons, son los que hacen este lugar realmente hermoso.

Por cierto, cuando regresé al lugar donde había dejado el coche, pude contemplar por las ventanas de la tienda, a los dos pequeños frente a un gran vaso de leche calentita con galletas, supercontentos. El padre, al verme, me saludó muy efusivamente.

Espero que os haya gustado y no haberos aburrido mucho, gracias por leer hasta aquí.

Un abrazo!

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Las ruinas enfocadas desde tu cámara maravillosas, pero lo realmente bello es la historia que protagonizaste con el padre y los niños.
No todo el mundo, hubiese actuado así!

Anónimo dijo...

Buenas fotos y buena actitud para con la familia monoparenteral

Félix dijo...

Bonito sitio, "sor Mariano".

Alfonso dijo...

Bonita anécdota. El castillo debió ser una fortaleza impresionable.

Mariano dijo...

Sí, la verdad es que con cualquier cosita que le hicieras, la fortaleza se quedaba pasmada...